Bruselas, 27 de junio de 2018 – El Tribunal de Justicia de la Unión Europea ha anunciado que emitirá su decisión sobre el estatuto jurídico de los OMG resultantes de las nuevas biotecnologías el 25 de julio. Cualquiera que sea su juicio, es la Unión Europea la que tendrá que decidir cómo se aplicará.
Las empresas biotecnológicas inventan todos los días nuevos elementos del lenguaje que generan una gruesa cortina de humo para ocultar sus manipulaciones genéticas. Pretenden, por ejemplo, recurrir solo a simples “mejoras” en la mutagénesis tradicional, una técnica que produce OMG no regulados. Es cierto que varias técnicas nuevas de ingeniería genética contienen un paso de mutagénesis, pero todas ellas implementan, además de la mutagénesis, otras técnicas que producen indudablemente posibles organismos modificados genéticamente. Algunas de estas técnicas son la multiplicación de células vegetales aisladas in vitro en el laboratorio antes de ser transformadas en nuevas plantas o nuevos animales, o la introducción por transgénesis en las células de plantas o animales de material biológico preparado en el laboratorio para provocar modificaciones genéticas … Estas últimas técnicas no están exentas de la aplicación de la normativa europea sobre OMG, ni consideradas por ella como “no productoras” de OGM.
Estos nuevos OGM están patentados, lo cual es suficiente para demostrar que las técnicas utilizadas “no hacen lo mismo que la naturaleza”, como afirma la industria biotecnológica. Copiar la naturaleza no es una invención patentable. Todas estas técnicas, como la transgénesis, causan muchas modificaciones genéticas artificiales no intencionales que pueden provocar daños impredecibles en la agricultura, la salud y el medio ambiente. Es por eso que es esencial que todos los OGM sean evaluados y, si son comercializados, que se etiqueten y monitoreen.
ECVC exhorta a la Unión Europea a que no se deje adormecer por la manipulación del lenguaje técnico utilizado por la industria biotecnológica y a que exija información detallada sobre todas las técnicas utilizadas para obtener, seleccionar y propagar plantas, animales y otros organismos antes de autorizar su comercialización. Contentarse con una declaración simple de que no se trata de OGM dejaría la puerta abierta al engaño generalizado de los campesinos, los consumidores y los ciudadanos. Los campesinos tienen derecho a saber -luego a aceptar o rechazar- las plantas que queremos que cultiven y los animales que queremos que críen, los consumidores lo que queremos que coman y los ciudadanos el impacto que estos tendrán sobre su medioambiente. La protección del “secreto comercial” no es justificada cuando se trata de proteger la producción agrícola y alimentaria, la salud y el medio ambiente.