La Unión Europea avanza hacia una norma que busca prohibir que los productos vegetales usurpen las denominaciones cárnicas. Términos como “carne” o “bacon” quedarían reservados exclusivamente a los alimentos de origen animal.
Esta iniciativa legislativa refleja el amplio consenso europeo sobre la necesidad de reforzar la transparencia en el mercado alimentario y proteger al consumidor.
Desde la Asociación Nacional de Industrias de la Carne de España (ANICE) se valora muy positivamente este avance. Su director general, Giuseppe Aloisio, subraya: “Etiquetar los productos como lo que son, es el mejor ejercicio para proteger al consumidor”.
El Consejo de ministros de Agricultura de la Unión Europea, celebrado el pasado 22 y 23 de septiembre, ha dado un paso decisivo hacia la protección de las denominaciones cárnicas tradicionales.
En el marco de la revisión del Reglamento de la Organización Común de Mercados (OCM), se ha debatido una propuesta normativa destinada a garantizar que términos como “carne” o “bacon” se reserven exclusivamente a productos elaborados a partir de ingredientes de origen animal.
La iniciativa, impulsada inicialmente por doce Estados miembros, entre ellos España, y respaldada posteriormente por otros seis países, refleja un amplio consenso europeo en torno a la necesidad de reforzar la transparencia en el mercado alimentario y proteger a los consumidores frente a la confusión generada (e interesada) por productos de origen vegetal que imitan a la carne en apariencia, sabor, textura e incluso denominación de producto.
Tal y como ya advirtió ANICE en un comunicado emitido el 19 de junio, esta iniciativa responde a una reivindicación histórica del sector, ante la creciente proliferación en el mercado europeo de productos de origen vegetal que imitan en aspecto, sabor, textura e incluso en el nombre a los alimentos de origen animal, generando una confusión cada vez mayor entre los consumidores.
Por ello y a través del mismo comunicado, la Asociación rechazaba la usurpación de las denominaciones de venta propias de la carne y derivados y exigía un marketing leal, coherente y respetuoso tanto con los consumidores, como con la labor llevada a cabo generación tras generación por todos los operadores del sector Ganadero-Cárnico.
Aunque estas imitaciones veganas lograran contar con un contenido proteico significativo, éstas no presentan de ninguna manera los mismos valores nutricionales que sus homólogos cárnicos, ya que sencillamente no contienen carne. Y aunque los consumidores fueran conscientes de que, por ejemplo, una «hamburguesa vegana» no lleva carne, se les hace creer erróneamente que se trata de un equivalente nutricional perfecto.
Por otra parte, en España, disponemos del Real Decreto 474/2014, por el que se aprueba la norma de calidad de derivados cárnicos, que establece que las denominaciones de venta que se utilizan para la carne y sus derivados se reservan exclusivamente para aquellos productos que contengan carne u otro producto de origen animal como ingrediente principal.
La buena noticia es que, hace apenas unas semanas, la Comisión Europea abrió el debate sobre la reforma del Reglamento (UE) 1308/2013 relativo a las normas de comercialización de la carne, invitando a los distintos actores a presentar sus observaciones y propuestas.
Desde la Asociación Nacional de Industrias de la Carne de España se valora de manera muy positiva este avance.
“Etiquetar los productos como lo que son, es el mejor ejercicio para proteger al consumidor: los alimentos vegetales no deben confundirse con la carne ni atribuirse por ósmosis, beneficios que no tienen, a menos que esté científicamente comprobado. Ha llegado el momento de que cada cosa se llame por su nombre, y que cada producto ocupe su lugar, incluido aquel que ostenta en el lineal de venta, evitando apropiarse de lo que no le corresponde. Si estos productos llevan vegetales, que ocupen el lineal de las verduras, en vez de ocupar el lineal de los elaborados cárnicos”, ha indicado más concretamente su director, Giuseppe Aloisio.
En realidad, aquí no se trata de la eterna pugna entre consumir carne o no, sino simplemente de llamar a cada cosa por su nombre. Lo lógico es que, si hay productos totalmente distintos, los nombres también tienen que ser totalmente distintos. A nadie se le ocurriría llamar a una albóndiga «falafel de carne». “No dejamos de vivir en una gran hipocresía por parte de algunos, que se prodigan a diario en demonizar las proteínas animales, para luego usurpar su nombre denominando a sus productos con nombres que no les perteneces, con fines puramente económicos y muy lejos de ideales de buenismo animalista o medioambientalista”, concluye el director de la patronal cárnica.
Abierto este periodo de reflexión, ANICE ya ha presentado observaciones a la Comisión Europea para reforzar la protección de las denominaciones cárnicas, evitar la creación de listas positivas de términos, que lo único que harán es generar inseguridad jurídica y garantizar una regulación coherente con el marco comunitario.
La propuesta normativa se encuentra ahora en manos del Parlamento Europeo y estaremos vigilantes de que su tramitación no tenga ningún cambio de rumbo. Se trata de un paso clave hacia un etiquetado alimentario más claro y transparente en Europa, que garantice que los consumidores pueden acceder a una información veraz y proteja la autenticidad de las denominaciones cárnicas.
Fonte: ANICE