El renovado interés de algunos Estados miembros, liderados por Bulgaria, Estonia, Finlandia, Países Bajos y España, por imponer perfiles nutricionales como condición sine qua non a las declaraciones nutricionales y saludables de los alimentos, ha reavivado la larga y profunda preocupación del sector cárnico, que ve en esta propuesta un nuevo frente regulatorio de alto riesgo, muy negativo para la reputación de sus producciones.
De aplicarse en el contexto de la UE, el sector cárnico estaría ante una posible exclusión injustificada y discriminatoria de productos tradicionalmente seguros, de alta calidad nutricional y reconocido valor cultural.
Desde el sector cárnico reclamamos una reflexión urgente y rigurosa por parte de las instituciones comunitarias y de los Estados miembros.
Madrid, 24 de junio de 2025.- El reciente impulso de Bulgaria, Estonia, Finlandia, Países Bajos y la propia España para que la Comisión Europea desarrolle perfiles nutricionales (nutrient profiles) en un supuesto marco normativo de declaraciones nutricionales y de propiedades saludables ha activado la preocupación en el sector cárnico español.
“Resulta sorprendente y muy preocupante, que este debate se esté produciendo en el seno del Consejo de ministros de Agricultura (AGRI), cuando lo lógico habría sido abordarlo, en todo caso, en el Consejo de Empleo, Política Social, Sanidad y Consumidores de la UE. No podemos entender cómo el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA) español se presta a respaldar aparentemente una iniciativa que, de concretarse en los términos sugeridos, tendría consecuencias gravísimas para la industria cárnica española” manifiesta el director general de ANICE, Giuseppe Aloisio.
Ahora, la nueva propuesta de desarrollo de perfiles nutricionales como condición previa para realizar alegaciones en el etiquetado puede suponer la prohibición generalizada de cualquier declaración nutricional y/o de propiedades saludables en los productos cárnicos procesados.
Los perfiles nutricionales contribuyen a establecer diferencias entre alimentos ‘buenos’ o ‘malos’ en función del cumplimiento de determinados parámetros -como el contenido de sal o grasa-, y son un elemento susceptible de allanar el camino a la adopción de políticas y normativas restrictivas y claramente negativas para los productos que no se ajustan a dichos perfiles, como tasas e impuestos a productos considerados poco saludables, aumentos del IVA o limitaciones en su comercialización.
A modo de ejemplo, la sal es un ingrediente básico en la elaboración de productos cárnicos, ya que desempeña diferentes funciones como el sabor y la conservación, limita el desarrollo de bacterias patógenas y garantiza la seguridad alimentaria del producto.
Es el ingrediente más crítico en la elaboración de productos cárnicos curados después de la carne, por lo que llevar a cabo una reducción del contenido en sal puede tener consecuencias negativas tanto de tipo tecnológico, dado que la sal afecta a las propiedades físico-químicas y organolépticas de este tipo de productos, como de tipo higiénico-sanitario.
Por tanto, queda patente que la sal no es simplemente un mero condimento en la elaboración de derivados cárnicos, sino un ingrediente que asegura tanto la seguridad alimentaria de los productos, como la consecución de los estándares de calidad establecidos. La industria cárnica lleva años apostando por su reducción, con nuevas formulaciones también para la grasa, pero hay límites tecnológicos, en el caso de la sal, que no se pueden alterar porque se compromete el umbral de seguridad alimentaria para los consumidores.
De aplicarse en el contexto de la UE, nos veríamos ante una posible exclusión injustificada y discriminatoria de productos tradicionalmente seguros, de alta calidad nutricional y reconocido valor cultural.
Desde el sector cárnico apoyamos decididamente una mejora del sistema de etiquetado que contribuya a una mayor transparencia, en beneficio del consumidor.
Sin embargo, rechazamos firmemente la introducción de restricciones carentes de una base científica sólida y que puedan distorsionar la libre competencia o dificultar el acceso de nuestros productos a los mercados internacionales.
“A tal fin, reclamamos una reflexión urgente y rigurosa por parte de las instituciones comunitarias y de los Estados miembros y una reacción coordinada con otros sectores que tampoco se libran de esta peligrosa iniciativa, como el lácteo, conservas de pescado, aceites y zumos, entre otros.
Con este tipo de iniciativas se vuelve a cuestionar injustamente la reputación del sector cárnico “sentándonos en el banquillo de los acusados”, poniendo en entredicho el valor nutricional de sus productos, reconocidos por su calidad y papel dentro de una dieta equilibrada.
El etiquetado alimentario debería estar al servicio de la información veraz y comprensible para el consumidor, no de criterios arbitrarios que ponen en riesgo a sectores enteros de la cadena alimentaria europea y pilares básicos de la dieta mediterránea”, añade Aloisio.
Fonte: ANICE